El precio del día del amor

AMIRA CORRALES

El pasado 14 de febrero se celebró en territorio nacional el día de San Valentín, o como le dicen de otra manera, el día del amor y la amistad. A pesar de ser un día para subir las ventas en los comercios de chocolates, flores, restaurantes, joyería, siempre quise ver también el lado útil en el que las mujeres podríamos fijarnos, fuera de la atmósfera romántica o cursi que nos han hecho creer que sucede como por arte de magia, en este día. Desde muy niña, a través de los cuentos de hadas y las telenovelas mexicanas, observé que las mujeres éramos como ese ser pasivo que requiere de un hombre salvador, que nos sacará de nuestras miserias, tanto emocionales como económicas, además de que debía otorgarnos protección, cariño, preocupación, romance y todo ¿a cambio de qué? Porque de joven no eres capaz de entender que toda la miel que esperas derramen por ti no es sin pagar un precio. Al principio crees que el costo es tu belleza, tanto exterior como interior: por lo que debes ser buena, decente, de conducta sexual intachable, amable, dulce, sensible, empática, comprensiva, obediente…Si lo haces consciente, te das cuenta que el precio es muy alto, ya que lo se te exige es pagarlo con tu libertad: no mirar a otros hombres, no salir con tus amigas, no hacer escena de celos, no gritar, no enojarte, no equivocarte. Ahora, resulta difícil verle el lado amable a este día, ¿no? El romance acariciado se vuelve en nuestra contra. Pero desde el punto de vista humano, siempre me ha parecido que celebrar el amor no tiene desperdicio. Gran parte de nuestra vida nos la pasamos en su búsqueda, así nos rompan el corazón, vivamos en carne la viva la traición o nos carcoman los celos. Por eso creo que el amor a celebrar debe comenzar en y para nosotras mismas. Que ese amor nos de la seguridad de no permitir las conductas dañinas a ese tesoro que es nuestro cuerpo y nuestra mente, a fomentar la grandeza de espíritu y la nobleza de la unión sorora.

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