La vacuidad

COLUMNA LIBERAL

Primera de dos partes.- La vacuidad o el vacío es clave para la comprensión del budismo. El vacío se refiere a la inexistencia de entidad propia de cualquier objeto o fenómeno, y no a la mera ausencia de materia. Según dicho concepto de vacío, los objetos y fenómenos existen sólo en función de la mente que los designa. El concepto budista del vacío no niega en absoluto la existencia de un ojo, por ejemplo, ni niega que vea, simplemente dice que aquello a lo que llamamos ojo como tal no existe por sí mismo como un ente independiente e indivisible, sino que es un órgano formado por una serie de sustancias y sensores nerviosos que, conectados a un cerebro, nos permiten ver. E incluso aunque alguno de estos órganos fallase y no nos permitiese ver, seguiría siendo un ojo. Con el objetivo de simplificar la realidad, nuestra mente hace que concibamos ese conjunto de sustancias y receptores nerviosos con una forma concreta y en un lugar determinado de la cara como una sola cosa, el ojo. Es más, cada una de las partes que componen dicho ojo están formadas a su vez por otras partes, y estas a su vez por otras hasta reducirlo todo a átomos, que a su vez están divididos en neutrones y protones, que a su vez están divididos en partículas subatómicas. Nada de eso existe desde siempre y nada existirá de manera infinita, todo se ha formado a partir de algo, y ese algo a partir de otro algo, etc. Sin embargo, por simplificar, lo concebimos erróneamente como algo con esencia propia: un ojo. Por poner otro ejemplo: una sencilla mesa de madera. Dicha mesa está formada por cuatro palos de madera colocados verticalmente a los que llamamos patas, y una tabla plana también de madera que se apoya sobre dichas patas de manera horizontal, de tal forma que se puede usar dicha tabla para colocar objetos sobre ella. (Continuará)