Manual de la feminista XVII
Amira Corrales
Debemos construirnos como mujeres completas y autónomas para que las decisiones que tomemos en el futuro nos favorezcan y logremos la plenitud. En estas aportaciones hemos hecho un breve recorrido sobre las actitudes, aprendizajes y resocializaciones que podemos cambiar para dejar atrás la opresión, discriminación y violencia que tanto afectan a nuestras vidas y, muchas veces, las de nuestras hijas e hijos. Es muy importante enfocarnos en la autonomía: capacidad para hacer elecciones, tomar decisiones y asumir las consecuencias de las mismas. Cuando somos menores, nuestras madres y padres, toman elecciones por nosotras y así mismo, asumen las consecuencias de esas opciones. Uno de los grandes retos a los que nos enfrentamos cuando crecemos, es dejar de lado una cultura que nos ha tratado a las mujeres, desde siglos atrás, como menores de edad: desde la antigüedad se pensaba que no era necesario enseñar a leer y escribir a las niñas; antes del siglo XIX y muy entrado el XX, el derecho al voto femenino no era reconocido en las leyes mexicanas; o la inscripción a la Universidad no era contemplada en los estatutos de la UNAM; o no podíamos solicitar el divorcio sin perder la custodia de nuestros hijos e hijas; por citar pocos ejemplos. Hoy en día la brecha cultural se agranda en lo digital y tecnológico, por lo se vuelve indispensable desarrollar competencias en Tecnologías de la Información y la Comunicación. En palabras simples: teclear una computadora y conocer sus programas operativos básicos; buscar información; usar redes sociales y manejarlas; aprender a emplear el teléfono celular y sus aplicaciones que van desde mensajería hasta las bancarias que nos permiten hacer transferencias de dinero casi a cualquier parte; o saber hacer video llamadas y reuniones virtuales; tener y manejar el correo electrónico; poder realizar citas o compras por internet; hacer o escuchar una lista musical (playlist); hasta aprender a diseñar programas específicos, video juegos, páginas web, comercio digital, etc. Obtener habilidades que nos permitan crecer laboral y económicamente es lo ideal, por lo que la educación tecnológica ya no es un lujo, sino un requisito para ser autónomas.