Manual de la feminista XIX
Amira Corrales
Las mujeres que queremos un mundo mejor para nosotras, nuestras hijas y las siguientes generaciones femeninas, debemos enfocarnos en estar unidas y ser solidarias (sororas) entre nosotras, sin juzgarnos, criticarnos, entrar en conflicto y denostación. No necesariamente debemos ser amigas o amarnos incondicionalmente, porque como humanas podemos tener desacuerdos o desavenencias; sin embargo, utilizar insultos o descalificaciones empobrece el anhelo de igualdad, al dividirnos usando los métodos tradicionales patriarcales que han impuesto sobre las mujeres clasificaciones por jerarquía de conducta sexual. Pongo un ejemplo, el prestigio de los varones no se califica con base en su comportamiento sexual de la misma manera que el de las mujeres. Otro ejemplo sería el que invalida cualquier argumento emanado de una mujer con el simple hecho de llamarle “loca”, porque entonces, lo que manifieste inmediatamente se descalifica al surgir de una persona que lo que piensa lo hace mal, con locura. De hecho la locura (término que actualmente es inexistente en la Psicología y ahora es llamado con el nombre del trastorno correspondiente), fue utilizado de manera discrecional para recluir a las mujeres que llegaban a presentar una conducta “histérica” o fuera de lo “normal”; pero lo ordinario era establecido por un patriarcado que manejaba estereotipos de comportamiento muy estrictos para las mujeres, y aquellas que se salían de dicho rol tradicionalista, eran declaradas locas por los médicos y muchas de ellas, llevadas a inhumanos manicomios. El porcentaje de mujeres ingresadas a estas crueles instituciones superaba de sobre manera al de hombres. Debido a lo anterior, no podemos proseguir los mandatos machistas, encontrando entre nosotras a nuestras peores enemigas. La empatía y la comprensión de la condición femenina, debe ser nuestra principal bandera al tratar de juzgar o vilipendiar a otra mujer; sin varas de medición, sin estereotipos. Preguntarnos ¿qué habrá pasado ella o ellas para que hayan tenido tal o cual conducta o comentario? ¿A quién beneficia mi comentario o sentencia? ¿Quién soy yo para poner en el banco de los acusados a una mujer? Me viene a la mente ahora, la muy discutida canción de Shakira.