Espiritualidad en pandemia
LYZANDRO HERRERA
La forma de potencializar la espiritualidad es aprender a mirar lo mejor y más profundo de nosotros mismos, siendo conscientes del bien que podemos albergar y aportar a otros, valorando lo que somos como seres humanos que tienen la oportunidad de traer salud, alivio y compañía humana a otras personas que sufren (pacientes, familiares y compañeros de trabajo). La conexión con la espiritualidad se cultiva con oración, meditación, petición, intención de tener compasión y amor (hacia nosotros mismos y hacia los demás). También puede ayudar el hecho de darnos espacios para el silencio, para estar con nosotros mismos y mejorar así nuestra vida interior. Cultivar la aceptación es darnos cuenta que nuestro yo no es el que lo controla todo y de que la realidad que nos rodea es más que nosotros mismos y nuestros deseos. Para las personas religiosas, esto se manifestaría poniendo todo lo que no pueden controlar en manos de alguna deidad y centrando la acción en lo que realmente sea posible dominar. La aceptación es un elemento fundamental para tolerar la incertidumbre y desarrollar humildad y apertura ante la realidad. Desarrollar la libertad interior nos dice que en nuestro interior hay un espacio íntimo en el que no puede entrar nadie más que nosotros, desde donde podemos mirar lo que ocurre fuera con más libertad y perspectiva, así como encontrarnos con nosotros mismos en lo más íntimo y profundo que tenemos. Labrar la consciencia de la belleza es saber que la belleza aporta sentido, nos abre el horizonte hacia una percepción más amplia de las situaciones dolorosas, de tal forma que, si prestamos atención a la belleza de las pequeñas cosas cotidianas, es más fácil poder soportar los días adversos y que la negatividad no nos invada. Debemos darnos tiempo para ver imágenes que nos resulten bellas, percibir detalles cotidianos que nos inspiren esas cosas hermosas en mitad de las dificultades que nos toquen vivir. Es cuánto.