El Pensamiento Filosófico en el Aula 

Lyzandro Herrera

No solo se trata del saber histórico de la filosofía en sí, sino más bien del origen psicológico, en este caso, la interrogante fundamental radica en saber: ¿por qué los hombres empezaron a filosofar? Aristóteles en su Metafísica escribe referente a ello, haciendo alusión a que los hombres movidos por su admiración al entorno comenzaron a filosofar. Siendo la admiración el parteaguas para formular interrogantes más profundas con el afán de buscar la tan anhelada verdad absoluta de las cosas. Sin embargo, con el paso del tiempo el sentido de asombro y admiración por amor a la sabiduría, la llamada duda filosófica, ha perdido relevancia, ello entre las generaciones más “jóvenes” de nuestro entorno, cosa preocupante, pues, son considerados el futuro de nuestra nación. Es menester imperioso que el Pensamiento Filosófico sea abordado como esa materia analítica desde la praxis a nivel bachillerato, a fin de crear en el alumnado ese sentido de admiración y asombro por la sabiduría a través de interrogantes bien establecidas, que impulsen su desarrollo cognitivo. Es así como, el pensamiento filosófico al estar llamado latentemente a interrogar sobre los problemas más significativos del ser humano, toda su enseñanza debe abordar discusiones con un enfoque contextualizado explícitamente a la búsqueda de soluciones que aporte valor a la vida estudiantil y que trasciendan las barreras netamente educativas de cara a un futro profesional. Por tanto, el aprendizaje filosófico debe potenciar en todo el estudiantado el libre cuestionamiento, discernimiento y argumentación acerca de la problemática en general que aqueja al mundo globalizado y al entorno en particular. El Pensamiento Filosófico como materia educativa será siempre considerado una herramienta de facto para que los “jóvenes” puedan salir avante ante cualquier disyuntiva que se les presente en la vida cotidiana, asegurando con ello la propia autonomía para la toma de decisiones y la formación del pensamiento crítico que los impulse. «Non scholæ sed vitæ discimus» (Agradezco a Xavier Acuña por la creación de esta columna)