Un sueño que ahora es realidad
– Profundiza especialista en Imagenología Diagnóstica y Terapéutica en esfuerzo que realizó una originaria de Tlanalapa, rompiendo paradigmas y, junto a su colega, Paty García, avanzaron en el desarrollo para concretar una Clínica de mama
Padres:
Lidia Islas Salazar
Rogelio Ramírez Ortega
Hermanas:
Sandra Ramírez Islas
Mireya Ramírez Islas
Lorena Ramírez Islas
Formación:
Licenciatura: Médico Cirujano, UAEH
Posgrado: Especialidad en Imagenología Diagnóstica y Terapéutica, Hospital Regional “1° de Octubre”, ISSSTE (avalado por la UNAM)
Alta especialidad en medicina: Imagen e intervención en mama, en el Incan
Equipo Clínica de Mama:
Patricia García Velasco
Lidia Ramírez Islas
Edith Olguín Simón
Evelyn Ramírez Cerón
Staff Crónica Hidalgo
ORGULLO HIDALGUENSE. “Era una niña bastante introvertida, juguetona… muy estudiosa, eso sí: desde la primaria fui de promedios altos”. Con unos padres que le inculcaron como base la educación para llevar los desafíos de la vida, entre ellos el machismo, una situación muy marcada en su natal Tlanalapa, Lidia Ramírez Islas
rememora que ellos siempre la impulsaron a romper ese paradigma (del machismo) para abrirse camino y así construir nueva realidad en torno a sus convicciones.
La médico que está al frente de la Clínica de mama, en el Hospital General de Zona No. 36 de Pachuca, siempre tuvo en la mente que tenía que estudiar y ser alguien importante. “Siempre estuvo en mí la academia, desde niña siempre fui muy competitiva, tenía muy claro que tenía que estudiar”, incluso cuando la familia o amigos cercanos repetían que era un contrasentido que sus padres se esforzaran en su formación porque era mujer y lo lógico sería a ella, así como a sus tres hermanas mayores, al casarse, los esposos las iban a mantener, su papá insistió en que “tienes que ser una mujer independiente porque puedes casarte, o no; casarte y divorciarte: ¡debes ser autónoma! Eso siempre lo marcó”.
En lo académico, las opciones que permitía el pueblo la mantuvieron en el código postal 43930 hasta primero de secundaria, entonces llegó el momento de una aventura familiar: para el segundo año en ese nivel se traslada junto a sus padres a Pachuca, pues sus hermanas ya estaban en preparatoria y universidad.
Ya en la “Bella Airosa”, privilegiando y honrando el valor de las escuelas públicas, “estuve en la General 8, en segundo y tercer año; luego en la Preparatoria Número 4, para continuar en la Escuela de Medicina, también de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
“El examen para la universidad fue difícil. Venía de estudiar mucho y de todo darse fácil; aquí había más competencia: el primer examen no fue como esperaba, pero quedé en el segundo intento”.
Siendo parte de la máxima casa de estudios en la entidad, hubo muchos maestros que aportaron su amor por la medicina y como mención especial están los doctores Pasten (quien impartía Radiología) y Zamora, ejemplos de que existen docentes que permiten “te enamores de las materias”.
“Siempre me han tocado épocas de transición: por mi generación. Todavía me tocó el examen profesional con sinodales, ¡las épocas rudas de la universidad! Para mí una época bastante buena, muy agradecida con la universidad”.
Sobre la siguiente etapa, refiere, “me daba mucho miedo entrar al Internado porque no estaba acostumbrada a desvelarme tanto y pues se hablaba de jornadas de 24 horas, que en realidad eran de 36, consecutivas: a mí me generaba angustia no poder realizarlo, pero justo ahí fue el despunte mayor donde reafirmé y confirmé mi convicción por la medicina, aprendí muchas habilidades, adquirí más autonomía y ejecutar lo que había aprendido”.
DESCUBRIR LA VOCACIÓN. Tras el Internado siguió el Servicio Social, tocó ir a comunidades y “ahí me di cuenta de que la consulta no era tanto lo mío, a mí me gustaba más lo minucioso: buscar y experimentar. En ese punto tuve contacto con un médico que hacía ultrasonidos, ése fue mi primer contacto para ver, analizar imágenes y me empezó a gustar. Me llamó la atención y comencé a recordar mis clases de Radiología, de la universidad, fue ahí cuando me di cuenta de que eso era lo mío”.
Ahonda en que era una rama que suelen ubicar como “de las más fáciles”; no es así, “mientras quizá un ginecólogo se enfoca exclusivamente a la ginecología y obstetricia: nosotros vemos desde neuro, pediatría, urología, radiología de la mujer, músculo… Es una gama muy amplia, la Radiología para mí implicaba mucho más reto”.
EVOLUCIÓN. “Anteriormente la especialidad era de 3 años y era titulada Radiología e Imagen, cuando yo entré a la residencia, hacia 2010, hago el ENARM (Examen Nacional de Aspirantes a Residencias Médicas) una prueba en la que entramos 264 aspirantes, de 10 mil. Es un filtro bastante espinoso: a mí me tocó la primera generación de 4 años, ahora con el nombre de Imagenología Diagnóstica y Terapéutica porque se implementó el hecho de hacer procedimientos de intervención terapéutica. Fue una época en que desde R1 (médico residente que participa en un curso de especialización médica) hacía biopsias prostáticas guiadas con ultrasonido, biopsias tiroideas, renales, colocación de catéteres, drenajes. En la unidad donde hice mi especialidad (Hospital Regional “1º de Octubre”, del ISSSTE) tuvimos esa oportunidad y eso nos permitió desarrollar varios procesos de intervención, lo cual está separado de la subespecialidad de radiología intervencionista donde ya se hacen otro tipo de procedimientos de mayor complejidad”.
SENTIDO. Mantener una vida ligada a la medicina siempre implica, a veces desvelos, no estar en ciertos eventos, incluso sacrificio, pero “te vas haciendo un estilo de vida diferente a los demás, mientras a algunos quizá les parece muy grave el hecho de que tu trabajo requiera fines de semana para nosotros es un modelo distinto. Actualmente sigo trabajando los fines de semana y ocasiones notas esa parte de la sociedad, como de… ¡ay, pobrecita, trabaja mucho! Pero yo digo: yo no trabajo, a mí me pagan por lo que sé hacer y disfruto por lo que sé hacer y son unas horas. Habrá quien lo vea como algo muy difícil, para mí es algo magnífico desarrollarme en lo que estudié: en lo que tanto me esforcé. ¡Es algo gratificante!”. (Sigue en la página 10)
Convicción: enfocarse en cáncer de mama
INSPIRACIÓN. Explica la integrante del Consejo Mexicano de Radiología e Imagen, Lidia Ramírez Islas, que desde la residencia tuvo la firme convicción de enfocarse en mama. Sus maestros le brindaron la oportunidad de desenvolverse en esta área que desde un inicio: “desde el día que notaron que era mi interés, siempre fui acogida en esa área y desde entonces mi vocación era ésa: ayudar y aportar”, relata que en el “1º de Octubre” siempre le permitieron desarrollarse en ese ámbito.
Y para entrar al Instituto Nacional de Cancerología (Incan), otro desafío, narra, incluso su maestra le decía que el examen era muy complicado, enfatizando lo duro que era obtener un sitio en una institución de ese nivel; segura de sí misma alejó el temor a las entrevistas y “me visualicé: aquí voy a estar. ¡El no ya lo tengo, voy por un sí!”.
Ser aceptada fue todo un logro: “fui la primera mujer radióloga del Hospital “1º de Octubre” que quedó en el Incan y algo en lo que fueron muy enfáticos en las entrevistas, con la doctora Yolanda Villaseñor, fue que si iba a especializarme en mama en el Incan era porque tenía la capacidad de servicio y tenía que darle a la sociedad algo de lo que el Instituto me había brindado”.
Tras esa experiencia, radicar más de 10 años en la Ciudad de México, “era muy importante volver a mi estado, regresar para aportar lo que aprendí y las habilidades que me fueron dadas en el Instituto. La mejor manera de lograrlo fue integrarme al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) porque llegué con una Alta Especialidad, lo cual me abrió las puertas enormemente, desde un principio me dejaron en el área de mama y jamás me soltaron, nunca me dejaron hacer otra cosa (como contratos periféricos), siempre estuve aquí en el Instituto: yo soñaba con una Clínica de mama y ahora es una realidad. Algo muy similar a lo que hacen en el Incan”.
Describe que junto a su compañera, Patricia García Velasco, tocaron puertas y puertas porque “sabíamos que teníamos las capacidades para logarlo, quizá la infraestructura era algo soñábamos y faltaba, pero sí visualicé una Clínica de mama aquí en el Instituto, y ahora la tenemos”, tomó 10 años, pero ahora es una realidad, gracias al apoyo de la Delegación Hidalgo.
CONTEXTO. Fue estar “picando piedra”, pero al estar en el Instituto “tenía que encontrar la manera para que las cosas se hagan como debe ser: brindarle a la mujer hidalguense la oportunidad de tener un servicio de calidad. No tenemos nada que pedirle a una institución privada y tampoco pública: estamos al nivel de grandes instituciones como el Incan o Fucan (Fundación de cáncer de mama, institución privada sin fines de lucro en México que ofrece tratamiento integral y seguimiento especializado), Siglo XXI… Tenemos todas las herramientas aquí y personal: hemos hecho cosas muy novedosas”.
Profundiza en que anteriormente el cáncer de mama o una lesión (relaciona) era automáticamente mastectomía, “ahora luchamos e hicimos que las cosas fueran diferentes. Hacemos cirugías conservadores con marcajes donde se utilizan alambres pequeños y muy delgados para dejar lesiones milimétricas, menos de un centímetro, y con eso los oncólogos quirúrgicos pueden realizar intervenciones sin tener que quitar toda la mama y eso era un sueño: es un gran beneficio para las hidalguenses porque se han reducido los tiempos, antes tenían que hacerse envíos y ahora ya todo es mucho más fácil”.
Ahora hay procesos muy especializados, en la entidad, como: “biopsias por estereotaxia (procedimiento no quirúrgico que se utiliza para extraer tejido de una zona anómala de la mama) que son asistidas al vacío, era algo que no estaba en Hidalgo y nosotros tuvimos que implementar y reaprender porque no era algo tan común. Ahora ya lo tenemos como algo de todos los días, ese sueño y verlo ahora en el hospital (36, del IMSS, en Pachuca) es muy emotivo”.
“Lo único que nos falta y por lo que vamos, es por la mastografía contrastada que ya es lo más reciente. Pero tenemos tomosíntesis que son mastografías tridimensionales -es como hacer reconstrucciones multiplanares de la mama, una mastografía 3D por decirlo así; ultrasonido de alta resolución, resonancia magnética, estereotaxia -la cual en servicio particular una sola biopsia de este tipo está en 70 mil pesos. En este en esta unidad pueden tener la certeza de que no importa el nivel económico: todas las pacientes son iguales. Todas las mujeres merecen el mismo respeto y merecen un trato de calidad y esa es una de las condiciones que teníamos mi compañera y yo tratarlas con calidad y calidez porque es como si tú misma o algún familiar estuviera ahí”.
Células se multiplican sin control y forman tumores
“El cáncer de mama es una enfermedad en la que células de la mama alteradas se multiplican sin control y forman tumores que, de no tratarse, pueden propagarse por todo el cuerpo y causar la muerte”.
Bajo esa premisa, la Organización Mundial de la Salud (OMS) detalla que las células cancerosas comienzan a desarrollarse dentro de los conductos galactóforos o de los lobulillos que producen leche del seno. El cáncer en estadio 0 (in situ) no es potencialmente letal y se puede detectar en fases tempranas. Las células cancerosas se pueden propagar al tejido mamario cercano (invasión), y esto produce nódulos o engrosamiento.
Los cánceres invasivos pueden propagarse a los ganglios linfáticos cercanos o a otros órganos (metástasis). Las metástasis pueden poner en peligro la vida y ser letales.
El tratamiento se basa en las características de la paciente, el tipo de cáncer y su propagación. El tratamiento consiste en una combinación de cirugía, radioterapia y medicación.
Pormenoriza la OMS que hacia 2022, en todo el mundo diagnosticaron 2.3 millones de casos de cáncer de mama en mujeres, y se registraron 670 mil defunciones por esa enfermedad.
El cáncer de mama afecta a mujeres de cualquier edad a partir de la pubertad, en todos los países del mundo, pero las tasas son mayores entre las mujeres adultas.
Las estimaciones mundiales revelan grandes desigualdades en la carga de morbilidad por cáncer de mama en función del grado de desarrollo humano. Por ejemplo, en países con un índice de desarrollo humano (IDH) muy alto se diagnosticará cáncer de mama a una de cada 12 mujeres en el curso de su vida, y una de cada 71 mujeres morirá por esa enfermedad.
En cambio, en países con un bajo IDH, si bien se diagnostica cáncer de mama a una de cada 27 mujeres en el curso de su vida, una de cada 48 morirá por esa enfermedad. (Staff Crónica Hidalgo)