Un medio de comunicación y protesta: UAEH

CARICATURA POLÍTICA

Staff Crónica Hidalgo

La caricatura política en la Revolución Mexicana tiene una larga y rica tradición, que funcionó como un medio de comunicación y protesta entre los grupos en pugna durante las últimas décadas del siglo XIX, en donde se criticaba a líderes y reflejaban las tensiones sociales y políticas, explicó Thelma Camacho Morfín, profesora investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH).

La investigadora del Área Académica de Antropología e Historia del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (Icshu) explicó que durante el Porfiriato existían dos tipos de caricaturas: una enfocada a la crítica de costumbres, la cual proliferó; y la otra se centró en la crítica política, misma que pese a la censura del gobierno, ésta continuó en publicaciones como El Hijo del Ahuizote, fundada por Daniel Cabrera, Manuel Pérez Bibbins y Juan Sarabia, misma que fue arrendada posteriormente por los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón.

Una vez que Francisco I. Madero asumió el poder, después de la lucha contra Porfirio Díaz, los moneros de la época dejaron de lado la sátira de las costumbres para dar paso a la caricatura política, en las que reflejaron las tensiones y críticas hacia el liderazgo presidencial de Madero. Aunque inicialmente Madero fue visto como un símbolo de esperanza tras el derrocamiento de Díaz, su incapacidad para satisfacer las demandas de distintos sectores generó descontento.

Para esa época, la mayoría de los caricaturistas en México señalaron la falta de compromiso de Madero con el cargo que ostentaba. Gracias a la proclamación de la libertad de imprenta que se había dado en México, ésta fue aprovechada por un sector de la sociedad para denigrar la figura presidencial. “Frecuentemente, Madero era representado como una marioneta, indicando que estaba controlado por intereses extranjeros”, expuso la investigadora Garza.

La invasión de Estados Unidos a México en 1914, específicamente la ocupación del Puerto de Veracruz durante el gobierno de Victoriano Huerta, fue un evento que generó una oleada de críticas y sátiras en la prensa mexicana. Las caricaturas políticas jugaron un papel central al canalizar el sentimiento de indignación nacional, ridiculizando a los invasores estadounidenses y resaltando la resistencia y el orgullo de los mexicanos.

“En este contexto, los moneros mexicanos de la época representaron al ‘Tío Sam’ como un personaje voraz, codicioso y prepotente que intentaba apoderarse de México, mientras que nuestra nación era retratada como un campesino humilde, una mujer indígena o un águila herida enfrentándose a la fuerza desproporcionada de Estados Unidos”, aclaró Thelma Camacho.

La investigadora de la Autónoma de Hidalgo refirió que Juan Manuel Aurrecoechea, historiador del arte, estudió recientemente una vertiente diferente sobre este mismo acontecimiento, vista desde la perspectiva de los periódicos de Estados Unidos. A través de los resúmenes que le hacían llegar a Victoriano Huerta, se mostró cómo las caricaturas estadounidenses de esa época estaban llenas de prejuicios y violencia, no solo contra las y los mexicanos, también contra los protagonistas de la Revolución Mexicana.

La riqueza de la caricatura en México está en las hemerotecas, por lo que la profesora investigadora del Icshu invitó a las y los interesados en este importante fragmento de la cultura en general a que exploren cómo ha ido en evolución a lo largo de las etapas en el país, con el propósito de conocer a los moneros tanto históricos como actuales, así como descubrir el trabajo que realizan en los diferentes diarios de circulación regional y nacional.